Dentro
de las técnicas que encontramos en la pintura mural novohispana se
encuentra la pintura al temple y la pintura a la cal o fresco seco. Es
necesario apuntar que la técnica del fresco, en síntesis, se basa en la
aplicación sobre la superficie húmeda que proporciona el enlucido, y en
la reacción química que se produce durante el fraguado por la cal. La
pintura a la cal es el mal empleo de la técnica del fresco, puesto que
consistía en la aplicación del pigmento trasladado con agua segunda de
cal como vehículo, a la superficie del enlucido fino, semi-seco y
bruñido . Por ello no es posible concebir la pintura mural como simples
frescos, sino que se debe de anotar que corresponde a la pintura a la
cal. Los pigmentos que se utilizaban en esta época eran negro de carbón -obtenido de maderas quemadas- y el negro de humo que provenía de teas de pino encendidas dentro de un recipiente invertido para que el ahumado quedara sobre la superficie del muro. De esta forma, se raspaba el hollín para obtenerlo. Estos pigmentos se mezclaban con el agua y la cal, conocida como agua segunda de cal. El bruñido, que daba el "toque" final a la obra era de proveniencia prehispánica, ya que los indígenas utilizaban piedras de río o romas para lograr el brillo característico y que ha permitido que las pinturas conventuales se puedan admirar hoy en día. |
|
Autor: Gabriela de la O |
09 octubre 2012
Deambulatorio
Son notables las pinturas al fresco que sobreviven en el Convento de la Inmaculada Concepción en Zacualpan de Amilpas, Morelos, México.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)